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lunes, 11 de octubre de 2010

LO QUE DA SENTIDO A MI VIDA.: Amor innato.

LO QUE DA SENTIDO A MI VIDA.: Amor innato.

Amor innato.

Comienzo hoy este blog, para compartir con las personas que aman los animales, mis experiencias con ellos ya desde la cuna.

Creo que mi amor por los animales se gestó a la vez que mi madre me gestaba en su vientre.

Desde que tengo uso de razón, recuerdo, mi vida ligada a todo tipo de animales ,los que se solían tener en las casas de los pueblos, en la huerta o en el campo.

En este sentido, me siento una privilegiada, por nacer en este entorno que tanto me ha aportado a lo largo de mi vida.

Y a lo largo de esta ya larga vida, hasta llegar a la madurez actual, he pasado todo tipo de experiencias ligadas a los animales, experiencias que me han aportado mucho, tanto bueno, como malo: lo bueno, adquirir los valores del respeto por la vida, por todo ser viviente y contribuir a hacerles la vida mejor, desde una simple crianza de un cerdito, un corderito, un pollito, hasta el "sacrificio" (no lo veo como tal, sino más bien como una satisfacción) de dejar cosas habituales de la niñez, como dejar de jugar con tus amigas, para ir a dar el bibe al animalito de turno que estaba a mi cuidado.

Pero todo, por desgracia, no ha sido bueno, me he llevado muchos sofocones cuando alguno no lograba sobrevivir, cuando me sentía impotente para salvarles la vida; otras veces, cuando después de una larga vida, me han dejado..., cuando con el paso de los años me he sensibilizado aun más si cabe, con el sufrimiento de seres indefensos que solo nos tienen a nosotros para sobrevivir; con las injusticias, con los maltratos, abandonos y tantas atrocidades que en la actualidad, por desgracia, siguen a la orden del día....

Quiero aclarar, que yo nunca tuve de pequeña un animal "mío", que fuera para mi, para compartir mi existencia con él: de esta forma, me traían cerditos a los que su madre rechazaba, corderitos huérfanos, pollitos paralíticos a los que sacaba adelante con el calcio que me daba mi madre, cachorritos de perritos para criarlos y luego llevarlos al campo...yo solamente era, una enfermera para los enfermitos, una nodriza para los huerfanitos, una mamá para los cahorritos.

Y sí, los animales que había en el campo, o en la huerta, eran míos, pero no los podía sacar de paseo, ni compartir el tiempo con ellos fuera de su hogar ya establecido por norma en mi casa.

La primera perrita que recuerdo fue Chispa: una podenca preciosa y cariñosa como nadie. Era la perrita de la familia, la que un tío regaló a mi hermano cuando yo tenía 4 años.

Chispa era inseparable de mi padre, iba con él al campo y lo acompañaba hasta casa, de la misma forma que por las mañanas lo iba a recoger. Chispa dormía en la huerta, a escasos metros de la casa familiar y solo entraba en casa si llovía o hacía mucho frío. Su hogar era la huerta, su misión, acompañar a mi padre.

Sí, era la perra de la familia, todos la adorábamos, pero su lugar estaba en la huerta. A Chispa no la sacaba de paseo, ni la bañaba, era una perrita de campo, como digo, a la que solo se la refrescaba en verano en el pilar cuando el calor era sofocante.

Chispa vivió 13 felices años "junto" a nosotros, siempre fiel, amable, siempre dispuesta a menearnos el rabito al vernos.... Todos lloramos su muerte, ya viejita, todos la recordamos aun a dia de hoy....

Y después de Chispa, vinieron otros, como Negrín y Machaquito, perritos de la huerta y guardianes de mi padre.

Tengo recuerdos de estos perritos entrañables, solo recuerdos, ni una sola foto..., como por ejemplo el día que mi padre se pilló una gripe y no se pudo levantar de la cama. Ellos esperaron todo el día en el umbral de casa a que mi padre apareciera para ir al campo.

Recuerdo que eran unos expertos en meterse en líos, territoriales como nadie, siempre metidos en follones con otros perros del pueblo..... Negrín era el instigador, pero huía cuando la cosa se ponía fea; Machaquito era el brazo ejecutor, el que se enfrentaba con sus escasos 5 kilos a perros grandotes, como mastines, pastores alemanes......, eso le costó más de un punto de sutura..

Solo entraban en casa cuando, por motivo de alguna fiesta, tiraban cohetes en el pueblo..., se morían de miedo y era muy habitual ir a limpiar debajo de una cama y encontrártelos allí, si no los sacabas, no se movían en días, ni para comer, ni para ir al campo...el miedo que sentían por los cohetes era aterrador....

Otro momento que recuerdo de ellos, fue el día del funeral de mi madre..., ellos también estaban muy apegados a ella..., no sabía qué pasaba, por qué hacía meses que no la veían, mientras estuvo en el hospital..., pero camino del cementerio aparecieron como si alguien les hubiera dicho que mi madre estaba alli, que debían acompañarla y acompañarnos al resto de la familia, como un miembro más...Este hecho, añadido al momento tan desgarrador que estábamos viviendo, se me quedó grabado en mi mente y en mi corazón para el resto de mi vida....

Después de Negrín y Machaquito, vinieron otros, también para estar la huerta y para acompañar a mi padre, ahora que estaba más solo que nunca, y a otros perros como FEO (que apareció abandonado en la huerta y alli encontró su hogar), CANELI, una galguita canela preciosa de mi sobrino, pero que cuidaba mi padre y otros muchos....


Pero además de "los mejores amigos del hombre", también tuve la suerte, de compartir mi niñez con otros animalitos, como "el mosquetero", un pollito americano que crié y ése sí que venía a todos lados conmigo subido en mi hombro. Me pasaba las horas, en verano, cazándoles moscas, le encantaban..., de ahí viene su apodo. Su nombre: Pipi. Nada más sentirme cerca, se venía derechito a mi mano, esperando el dulce manjar que le cazaba.

Y como Pipi, otros, como "el paralítico", un pollito bebé al que su madre y hermanos rechazaban no sé si porque tenía sus patitas paralizadas y le pegaban o no sé si su parálisis venía por el ataque de su familia..., lo tuve que rescatar. Yo tenía por entonces unos 10 años y recuerdo que mi madre me decía que lo mejor era sacrificarlo, que estaba sufriendo.., se desplazaba arrastrándose con sus alitas..

Pero no, no hice caso a mi madre, lo saqué de alli, lo metí en una caja de zapatos con agujeros en la tapa y empecé con él su lucha por recuperarse y sobrevivir.

Lo obligaba a comer pienso, cómo? muy fácil, abría su piquito y se lo introducía, él con su lengüita se ayudaba para tragar, aunque no tenía apetito. Para beber, lo mismo, llenaba un tapón de una botella de agua, le introducía el piquito y él, en un acto reflejo, subía la cabeza para tragar... Y dos o tres veces al día, ese mismo tapón lo llena de agua y le disolvía una pequeña porción de pastilla de calcio esfervescente, la misma que mi madre me obligaba a tomar a mi y que sabía a naranaja medicinada. Como mi madre me decía que la tenía que tomar para los huesos y sabía que este pollito tenía sus huesos mal, vi ahí la solución.

Resultado: el paralítico en poco tiempo empezó a controlar sus patitas, con ayuda del calcio y la rehabilitación que le hacía, pasándole una cinta del pelo por su barriguita hasta lograr ponerlo de pie y obligándolo a andar. Fue una experiencia muy gratificante ver sus avances y verlo convertido en un señor gallo que corría como una liebre y se hartaba de canturrear y despertar a medio pueblo en las madrugadas...

Y además de pollitos, también tuve la oportunidad de ayudar a cerditos, corderitos, ayudar a un ternero a ponerse en pie nada más parirlo su madre y decenas y decenas de vivencias parecidas, que iré contando a lo largo de este blog.


Como dije al comenzar este blog, y ya para terminar por hoy, todo esto me ayudó a interiorizar y adquirir unos valores que a día de hoy, estoy encantada de conservarlos... y que hacen que cada día esté más sensibilizada con el sufrimiento ajeno, de seres tiernos e indefensos, como son LOS ANIMALES, los que dan un sentido muy importante a mi vida.....